Los del albergue de Arrecife me dejan un espacio para guardar todo lo necesario para la ruta. Cojo la guagua hasta el Pueblo de Montaña Blanca. A las 10.30 empiezo andar con el mochilon. Desde el pueblo cojo la pista que lleva hacia la montaña blanca, enseguida la pista se convierte en senda. Los volcanes parecen muy lejos, pero se llega enseguida, paso por la montaña Caldereta, doy una vuelta por el peque cráter, a media ladera cojo una pequeña senda que por terreno áspero y pasando por dos cuevas me deja a los pies de la montaña blanca. Cojo la ladera de la derecha y empiezo a subir por la cresta, voy rodeando por la cresta todo el cráter, el sitio es increíble, se llega a la cima enseguida. Vistas brutales. Continuo por la cresta para bajar por senda resbaladiza hasta la base. Aquí voy a buscar una pista dirección al mar, unos atajos me salvan de dar un buen rodeo. Por una pista pestosa larga y ancha llego al calentón de las Almas. Y playa de calladito. Las reseñas que había leído indicaban una, senda casi inexistente, pues no una buena senda, de terreno malo, se sigue muy bien. El mar está bravo y el espectáculo de las olas contra los acantilados negros es hipnótico. Voy disfrutando del austero paisaje, kilómetros de nada. La senda está salpicada de miles de pequeñas formaciones volcánicas. Transcurre por dentro del parque nacional de Timanfaya. Tres horas de deleite terminan fuera del Parque, de aquí por senda más transitada hasta el pueblo del golfo. Compró agua, tomó una cerveza y me acerco a visitar el charco Verde. Buen rato en este precioso lugar. Subo por detrás hasta el acantilado buscando un sitio donde vivaquear. Al final bajo al cráter que ha en la base y cumplo con uno de mis objetivos dormir en el fondo de un cráter. A las 8 ceno y a las 9 en el saco. Jornada maratoniana e impresionante.
